miércoles, 31 de octubre de 2007

Ella.

Imagen de Black Swan, Darren Aronofsky

Ella. Oscura. Fría. Ausente. Se oculta tras su máscara gris. Perpleja. Busca, no encuentra. Muere expectante ante la duda. Sonríe, agacha la cabeza y piensa.. se engaña, les engaña a todos. Igual que el resto, respira, se hunde...
Su mirada intensamente punzante se clava, les mira, les observa... vuelve a ocultarse una vez más tras su máscara de fría porcelana blanca. Y tras ella llora a escondidas, llora...
Solo sus ojos no mienten, no excluyen, sienten, hablan... Viven distintos al resto de su cuerpo, son un mundo perplejo de vida inmortal amarga. Pero se arranca el pensamiento oscuro a bocados de su inocencia y mata el amor por la vida.
Sigue respirando, ahora más débil... La pesadilla la envuelve, la hace tiritar, la enfría, la mueve hacia el precipicio sin fondo. Cae. El escalofrío eterno la abraza, la enamora y se la lleva.
La oculta tras su manta negra de tul y le muerde. Ahora ella sabe, sonríe pícara, entiende... Ella también es inmortal y suspira. Se esconde tras su cuerpo, su alma intranquila y eternamente desasosegada.