Un imán es un cuerpo dotado de un campo magnético que tiene tendencia a atraer o repeler otros imanes o metales. Los campos magnéticos pueden ser naturales o artificiales. La palabra "imán" proviene del griego adamas, adamantos, formada a su vez por la unión del prefijo de negación "a", junto a la raíz "damaoo", cuyo significado es quemar; por tanto, se usaba en su origen para denominar las piedras "que no se deben quemar". Los griegos sabían que el calor destruye el magnetismo.
Los dos extremos del imán se denominan "polos" (polo norte y polo sur), y es allí donde se halla la mayor fuerza de atracción. Los polos iguales se repelen y los polos distintos se atraen. Dado que no existen polos aislados, si un imán se rompe en dos partes, se crearán dos nuevos imanes, cada uno con su polo norte y su polo sur. Los imanes se reproducirán pero su fuerza de atracción disminuirá. Los imanes mantienen su campo magnético para siempre, a menos que se les apliquen cargas magnéticas opuestas con frecuencia.
Silencios llenos de palabras transparentes denotan campos magnéticos latentes. Grito como gritan los mudos, igual hasta que se quede afónico el subconsciente. Y, como a palabras necias oídos sordos, ignoro lo que me susurra mi demencia más sensata.
Y me delato, porque me despierto con las letras de tu nombre entre los dientes. Porque debí soñar contigo aunque no lo recuerde. Y sé que peco, me huele el alma a tus manos. Debiste acariciarme mientras dormía. Aunque no lo recuerde.
Caprichos del destino que te encuentre de noche, entre tus brazos me volvería tan solo un fantoche. No puedo huir si me miras así. Hace frío y es apetecible quemarme en tus ojos, no me mires o me vuelvo un matojo de despojos. Si tu pupila es polo norte, la mía es polo sur. Si mi labio es polo norte, ya me dirás qué eres tú. Qué coño eres tú.
Qué voy a hacer contigo si vuelvo a encontrarte entre paisajes oníricos...