viernes, 6 de agosto de 2010

Síndrome de Estocolmo

Réquiem por un sueño, Darren Aranofsky
Mimos síntomas, mismas causas, mismos resultados. Soy el hígado eternamente devorado de Prometeo. Soy la piedra de Sísifo condenada a caer reiteradamente. Soy la sed y el hambre del Tántalo castigado.

Soy la A, de angustia. Soy quien cada noche espera, obcecada. Soy cada castigo... autoinflingido. Soy cada uno de ellos... con autoconvicción de que así ha de ser. Soy la parte más masoquista de la humanidad. Soy la enamorada del verdugo. Soy la empatía del dolor alienado. Seré quien quieras que sea; una vez más.

Acaba uno harto de andar todo el día reprimiendo algo en las entrañas, justamente entre el estómago y el esófago, y de sentir mientras tanto como se mueve en el interior y te pellizca y te muerde... Una angustia tan grande que no te deja respirar. Es la angustia de la impotencia, de la estupidez reconocida. Y, sin embargo, imperecedera.

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