Escribir poesía en verso, fingir que te cuento un cuento. Inyectarme cafeína en vena, a ver si se me arregla esta pena.
Y morir, morir de la agonía de verte alejarte en ese tren; sin más arte ni voz que el susurro del viento contra el papel.
Voy a guardar esta angustia en un cajón, bajo siete llaves de cerradura hermética.
Voy a conquistar este mundo a base de sombras y siluetas; y encadenarme a tu cintura, a ver si se agota la amargura.
Guardaré esta angustia en un cajón, y las llaves en las profundidades del reino de Neptuno. En una nave sin timón me adentraré sin destino alguno; las lanzaré una a una al mar, y me volveré a casa a esperar. Y en la espera desgajaré de mí todo aquello que me recuerda a ti.
Cuando vuelvas, si sigo aquí, si el cajón no se movió de allí, si tú sigues estando ahí, puede que encuentre mis llaves en el estanque de tus ojos.
En el azul de tu mirada buscaré mis ganas, a ver si la marea caprichosa las arrastró, azarosa . Si se pierden ya sabré que hacer...que el tiempo muerde, pero el deseo también.
sábado, 18 de septiembre de 2010
Las llaves tiraré al mar
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viernes, 17 de septiembre de 2010
Cómplices de madrugada
El sueño de la razón produce monstruos, Goya |
En el fondo de mi copa se percibe cada gota del veneno de las palabras que intercambiamos antaño. No hubo forma de obviar que tu vida transcurrió durante un corto período de forma equidistante a la mía. Y, sin embargo, el tiempo implacable muda los segundos de nuestra existencia; no hay ni un árbol perenne en este mundo. No quedan hojas sin marchitar.
Ciento cincuenta mil trescientas palabras cómplices de madrugada. Interactúas conmigo. Acércate más. No, no tanto.
Casualidades; te encuentro y sonríes. Me miras y me pierdo. Siempre el pulso se acelera. En busca del contacto físico moderado.
Decisiones arriesgadas. Valor. Solos. Sht; silencios cómodos por fin. Adivinas mis palabras. Complicidad en aumento.
Cuéntame secretos. Te escucho. Intercambio de opiniones. Más complicidad, más. Impulsos contenidos.
Tu brazo sobre mi espalda. Más sonrisas. Miedo. Sueñas; y yo, contigo. Te deseo. Te deseo. Un leve roce…
Y, ahora, frío. Frío. Frío. Se acabó.
Marionetas. Títeres de hilos transparentes. Manipulación oculta. Opinión en masa. Vidas aborregadas. Existencias mediocres. Y el horror vacui en mi mente masoquista.
Ciento cincuenta mil trescientas palabras cómplices de madrugada. Interactúas conmigo. Acércate más. No, no tanto.
Casualidades; te encuentro y sonríes. Me miras y me pierdo. Siempre el pulso se acelera. En busca del contacto físico moderado.
Decisiones arriesgadas. Valor. Solos. Sht; silencios cómodos por fin. Adivinas mis palabras. Complicidad en aumento.
Cuéntame secretos. Te escucho. Intercambio de opiniones. Más complicidad, más. Impulsos contenidos.
Tu brazo sobre mi espalda. Más sonrisas. Miedo. Sueñas; y yo, contigo. Te deseo. Te deseo. Un leve roce…
Y, ahora, frío. Frío. Frío. Se acabó.
Marionetas. Títeres de hilos transparentes. Manipulación oculta. Opinión en masa. Vidas aborregadas. Existencias mediocres. Y el horror vacui en mi mente masoquista.
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viernes, 3 de septiembre de 2010
Sinestesia en tricolor
En esta habitación se para el tiempo; pero pasan las horas. Y me pican en el cielo de la boca el sabor de los besos que demoras.
Obvio el tic-tac del reloj y juego con los tres colores en mi mente. Aquí, detente; la improvisación del trompetista nunca miente.
Me parece haber oído que te marchas pero no quiero acordarme de esa parte. Hoy me quedo aquí tumbada y me da igual si quieres marcharte; porque quiero acariciar tu arte. Quiero acariciar tu arte.
Soñar, emitir una plegaria muda en pro de los escasos segundos en que sólo importa un detalle intangible. Palpitar, oír el repiqueteo en las terminaciones nerviosas que atraviesan tu piel hasta mi oído. Sentir, el escalofrío del estímulo en la espina dorsal; saborear el color de tus ojos; oler el calor de tus manos. Conexión de ideas. Fusión de sentidos. Sinestesia. Negro, blanco, rojo.
Me sonaban tus caricias. Quizá soñé ayer con tus manos.
Obvio el tic-tac del reloj y juego con los tres colores en mi mente. Aquí, detente; la improvisación del trompetista nunca miente.
Me parece haber oído que te marchas pero no quiero acordarme de esa parte. Hoy me quedo aquí tumbada y me da igual si quieres marcharte; porque quiero acariciar tu arte. Quiero acariciar tu arte.
Soñar, emitir una plegaria muda en pro de los escasos segundos en que sólo importa un detalle intangible. Palpitar, oír el repiqueteo en las terminaciones nerviosas que atraviesan tu piel hasta mi oído. Sentir, el escalofrío del estímulo en la espina dorsal; saborear el color de tus ojos; oler el calor de tus manos. Conexión de ideas. Fusión de sentidos. Sinestesia. Negro, blanco, rojo.
Me sonaban tus caricias. Quizá soñé ayer con tus manos.
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