viernes, 17 de septiembre de 2010

Cómplices de madrugada

El sueño de la razón produce monstruos, Goya
 En el fondo de mi copa se percibe cada gota del veneno de las palabras que intercambiamos antaño. No hubo forma de obviar que tu vida transcurrió durante un corto período de forma equidistante a la mía. Y, sin embargo, el tiempo implacable muda los segundos de nuestra existencia; no hay ni un árbol perenne en este mundo. No quedan hojas sin marchitar.

Ciento cincuenta mil trescientas palabras cómplices de madrugada. Interactúas conmigo. Acércate más. No, no tanto.
Casualidades; te encuentro y sonríes. Me miras y me pierdo. Siempre el pulso se acelera. En busca del contacto físico moderado.
Decisiones arriesgadas. Valor. Solos. Sht; silencios cómodos por fin. Adivinas mis palabras. Complicidad en aumento.
Cuéntame secretos. Te escucho. Intercambio de opiniones. Más complicidad, más. Impulsos contenidos.
Tu brazo sobre mi espalda. Más sonrisas. Miedo. Sueñas; y yo, contigo. Te deseo. Te deseo. Un leve roce…
Y, ahora, frío. Frío. Frío. Se acabó.


Marionetas. Títeres de hilos transparentes. Manipulación oculta. Opinión en masa. Vidas aborregadas. Existencias mediocres. Y el horror vacui en mi mente masoquista.

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