Esto es lo que le pasa a la mayoría de medios cuando se trata de dar una noticia sobre manifestaciones y huelgas, y es lo que les ha pasado esta semana con la huelga de estudiantes de Barcelona del pasado 29 de febrero. Las fotos de los incidentes que surgieron durante la manifestación estudiantil barcelonesa ocuparon las portadas de muchos diarios y fueron noticia central de muchos informativos del día siguiente. Sin embargo, los incidentes se produjeron a manos de una minoría independiente de la que la pacífica manifestación, de participación muy elevada (no me atrevo a decir un número concreto), se ha querido diferenciar.
Detalle de la portada de ABC, 1 de marzo 2012 |
Detalle de la portada de La Razón, 1 marzo 2012 |
Fotografías de esos altercados violentos aparecieron en las portadas de periódicos como La Razón y ABC, cuya ideología se acoge a estas imágenes para reafirmarse contra las protestas sociales. Lo que es más, los titulares de ambos diarios conservadores apuntaron a los socialistas como responsables de los incidentes. El diario de Vocento subtituló su noticia principal con un tajante “Los socialistas justifican las protestas, muy violentas en Barcelona con asaltos a bancos”. El diario de Planeta, por su parte, tituló con un: “Prende la llama del PSOE”. Sobre estos títulos, imágenes de contenedores ardiendo. Y cada uno barre para casa.
Detalle de la portada del Ara, 1 marzo 2012 |
Detalle de la portada de New York Times, 1 marzo 2012 |
Sin embargo, las mismas imágenes fueron escogidas por otros medios de corte distinto. El catalán Ara usó la misma imagen y tituló “La protesta s’encén”, aunque en el subtítulo especificara que los incidentes habían sido provocados por “una minoría violenta”. Lo curioso es cuando el tema afecta a un ámbito internacional, y en el centro de la portada del New York Times vemos a un joven enfrentándose con un empleado de una sucursal bancaria del centro de Barcelona, destrozando cristales y puertas. La imagen dio la vuelta al mundo. En este caso, el uso de imágenes violentas recae en la creencia de que lo impactante es directamente proporcional al número de ejemplares vendidos.
Lo hiriente del caso es que, a los que presenciamos la manifestación y ni siquiera vimos estos incidentes, nos choca porque sabemos a ciencia cierta que fueron hechos independientes y minoritarios. Pero si no hubiéramos estado allí, podríamos caer en la opinión pública que cree que los manifestantes son una panda de “antisistemas”, “violentos” y otros clichés, y no una gran cantidad de estudiantes luchando por sus derechos. Si queremos forjar una opinión pública ajustada a la realidad, deberíamos saber escoger mejor lo que ocupa nuestras portadas. Porque la metonimia de “la parte por el todo” no siempre funciona cuando se trata de hacer justicia a la verdad.
Cristina Algarra
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